La noche anterior habíamos llegado a Los Angeles donde nos esperaba una odisea infinita para salir del aeropuerto. Trump nos recibía con colas sin fin y un interrogatorio para darte la bienvenida. Aqui de primeras, se cuestionan la posibilidad de que pertenezcas a una banda de villanos y te quieras quedar para siempre ilegalmente.
Tras salir del aeropuerto, fuimos a por nuestro coche, donde nos querían vender de todo, hasta dos veces el seguro contratado anteriormente.
El cansancio ya hacía mella y nos fuimos a dormir.
Recorrido por LA y Hollywood.
La zona del hotel donde nos alojamos es aparentemente tranquila, en ella, conviven turistas y homeless, a quienes un trozo de acera les sirve para establecer su hogar con una tienda de campaña. Bienvenida a los Estados Unidos de las desigualdades. En fin… A visitar la ciudad de las estrellas, que ya hemos visto antes a los estrellados.
El Paseo de la Fama es como la calle Alcala lleno de estrellitas en el suelo con el nombre de famosos. Un recorrido con todo tipo de tiendas y buscavidas acompañándote para amenizarte el rato.
Después de hacer alguna compra y comer, nos fuimos al Observatorio Griffith desde donde se puede ver una vista panorámica de Los Ángeles y las famosas letras de HOLLYWOOD.
Tras esto, dimos una vuelta por Beverly Hills buscando una choza para mudarnos. Para acabar el día, nos fuimos a cenar a Rainbow, la meca del rock en Los Angeles.
Al lado pudimos ver el famoso Cub nocturno The Roxi.
A dormir que el jetlag nos tiene destrozados.







