De Manuel Antonio al volcán Poas

Con alegría de haberlo conocido y con tristeza de no saber cuando volveremos, dejamos Manuel Antonio.
De camino al Poas vimos en un puente varias personas mirando hacia debajo. Paramos para curiosear y la sorpresa fue mayor al ver decenas de cocodrilos en el río Tarcoles. De todos los tamaños. Un paisaje impactante y tenebroso. Algunos habrían sus enormes mandíbulas imponiendo respeto a su alrededor. Los locales contaban que un gringo que había tomado más de la cuenta se había dado un baño en el río y que no han encontrado nada de el.
Continuamos nuestro viaje y por fin llegamos hasta el cráter del volcán, pero desgraciadamente estaba nublado. A pesar de todo el tiempo que nos quedamos no conseguimos ver la parte interior del volcán. Incluso conocimos a Diego un funcionario del volcán que una vez cerrado el parque nos llevo hasta una zona no accesible para que viéramos algo mas. Nos enseño el búnker desde donde recaban datos de la actividad del volcán. Pero esta vez no hubo suerte.
Durante este viaje siempre la suerte nos ha acompasado. Hemos esquivado lluvias y cuando menos lo esperábamos aparecía el animal que andábamos buscando. Pachamama es un crack.
De Poas nos dirigimos al hotel donde empezamos nuestra aventura, y donde acabaremos.
Antes de dormir nos fuimos a unas fiestas en San Antonio de Belen. Aquí las fiestas no son muy diferentes a las nuestras. Con sus chiringuitos, sus cacharros para montar e incluso montan una plaza de toros para hacer una especie de rodeo a la americana.
Mañana se acaba la aventura.

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